Hace poco una persona me pidió asesoramiento para organizar mejor su vida. Esta es su historia y le agradezco que me haya dejado contarla. Por su privacidad no pondré su nombre y me referiré a ella como “Sana” Sana tiene 45 años. A los 5 años fue víctima de abusos sexuales. Al salir del colegio un hombre la obligó a realizar sexo oral. Es un hecho real, hubo un juicio. Era la quinta de siete hermanos. Eran pobres como en la película Plácido de Luis García Berlanga, por favor, dejad el móvil un par de horas y ved esa película. Se casó muy pronto y se dedicó plenamente a ser esposa, madre y alma gemela de su marido. Fue su decisión y para mi es tan válida como si hubiera decidido ser prostituta, monja o sexadora de pollos. Pasados 15 años de matrimonio Sana notaba como su marido perdía el interés por ella. 4 años después, él le confiesa que es homosexual y se separan. Él desde el principio incumple el acuerdo de divorcio y no aporta el dinero acordado. Sana retoma su trabajo de
Me he especializado como coach en hábitos saludables y me pregunto por qué no cuidamos nuestra alimentación y nuestra actividad física. La verdad es que cuando algo me importa de verdad (y sí, me importa de verdad que no te cuides), me sale un lenguaje grosero y mordaz. Lo siento, si esto te incomoda, tal vez este no sea tu artículo. Hoy me dirijo a esas personas que cuando se quejan de su cuerpo, de todo y por todo, nunca encuentran un espejo en el que mirarse y comprobar que están sanos y enteros. De momento. Nunca me permitiré dar consejos a quien está sepultado por el sufrimiento, sea físico o mental. Eso se lo dejo a gente más inteligente que yo. Gente que pasó por la terrible vivencia de que no les compraran un coche al cumplir los 18. Y aún así, lo superaron, con entereza, con dignidad, con arrojo. Ellos ahora dan charlas sobre cómo ser felices, escriben libros sin haber leído uno antes y por supuesto, cuentan en youtube sus vidas llenas de abundancia. Por tanto, empiezo d